La NASA y la NOAA (la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos) tienen tres satélites monitorizando el agujero: el satélite Aura, el Suomi NPP y el JPSS NOAA-20. Además de la sonda de microondas del Aura que se encarga de calcular los niveles de cloro que también influyen en la destrucción de la capa de ozono.
"Se trata de un gran agujero de ozono debido a las condiciones estratosféricas de 2021, más frías que la media, y sin el Protocolo de Montreal habría sido mucho mayor", comenta Paul Newman, científico jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
La NASA también apunta que, aunque el agujero de ozono de la Antártica de este año es mayor que la media, sigue siendo más pequeño que los que se observaron a finales de la década de 1990 y principios del 2000.
Vamos mejor, pero todavía queda
"Esperamos que el agujero de la capa de ozono se cierre en 2060 o 2070", comentaba en una entrevista a Euronews Vincent-Henri Peuch, director del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera Copernicus de la Unión Europea. "Estamos en el buen camino. En cuanto al cloro y el bromo, los niveles han empezado a disminuir desde el Protocolo de Montreal, pero, en lo que respecta a la capa de ozono, aún no tenemos signos de una recuperación adecuada".
Estudiar el espacio para salvar el planeta
Sin la exploración espacial probablemente nunca nos hubiéramos llegado a enterar de que los CFC, que se encontraban en multitud de productos de uso diario, estaban llegando a la estratosfera impidiendo que nuestra atmósfera absorbiera la radiación ultravioleta, muy perjudicial para el ser humano.
Estudiar la atmósfera de Venus llevó a los químicos Mario Molina y Sherwood Rowland a darse cuenta de que las reacciones químicas que se estaban produciendo en la atmósfera venusiana tenían relación con las que se estaban produciendo aquí en la Tierra con las emisiones de CFC. Sus estudios se basaron en otros anteriores, como el de nuestro querido James Lovelock, que había descubierto años antes que los gases CFC se estaban extendiendo por la atmósfera de todo el planeta. Su trabajo les hizo ganar el Nobel de Química en 1995 y también nos dio una oportunidad para empezar a poner solución a este grave problema.
Omar Kardoudi
El Confidencial
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