lunes, 28 de enero de 2013

Un chorro de agua hirviendo libera los secretos de otro lago oculto bajo la Antártida

Una cámara muestra el agujero hacia el Whillans en el portátil de los científicos. / WISSARD

Una misión científica de EEUU logra las primeras muestras del lago Whillans, sepultado durante cientos de miles de años bajo un glaciar antártico de 800 metros de profundidad.


Esterilizada con agua oxigenada, la boquilla de perforación tocó el lodo del lago Whillans. El equipo estadounidense había conseguido abrirse paso a través de 801 metros de hielo antártico hasta el acuífero subglacial por medio de un sofisticado chorro a presión de agua a 90 grados centígrados. En apenas cinco días, la manguera perforó el bloque helado hasta su objetivo. Los rusos, pioneros en esta carrera para alcanzar los lagos sepultados bajo la Antártida, tardaron décadas en llegar al Vostok, cubierto por 3.766 metros de hielo, casi cinco veces más profundo.

La sorpresa para los científicos ha sido múltiple. El análisis de los restos de barro de la broca muestra la existencia de restos de algas microscópicas que pudieron caer hasta el fondo antes de quedar tapado por el hielo hace cientos de miles de años, quizá un millón. Además, el lago en sí ha resultado ser mucho menos profundo de lo que revelaron los análisis sísmicos: apenas tiene metro y medio de profundidad, pero se creía que alcanzaba los 6-9 metros, según informa un periodista de Discover empotrado en la misión.


El jefe de perforación, Dennis Duling, con la manguera al hombro. / WISSARD

Aunque el Whillans lleva mucho tiempo apartado de la superficie por placas de hielo que se desplazan lentamente sobre sus aguas, renueva el agua de su interior en ciclos de cinco a diez años, gracias a los innumerables y laberínticos canales que unen estos acuíferos antárticos. La importancia de conocer lo que sucede con la vida allí abajo es la de arrojar luz sobre lo que pueda estar ocurriendo en otros mundos helados, como la luna Europa de Júpiter.
El taladro del equipo Wissard de EEUU pone “la energía de una locomotora en una boquilla de agua a presión del tamaño de un lápiz”, según explica en una nota, y derrite 225 toneladas de hielo, tanto como el que pesarían más de tres docenas de elefantes africanos. Toda esa agua debía ser bombeada de vuelta hacia la superficie para evitar que chorreara hasta el Whillans convirtiéndolo en “una sopa”, como denunciaban los científicos rusos críticos con el sistema de manguera caliente.

10 millones de dólares

Tras llevar todo el equipo en trineos desde la base estadounidense de McMurdo durante el mes de diciembre, los científicos comenzaron las tareas para derretir el hielo el pasado día 23 de enero. La manguera avanzó a medio metro por minuto por un caño de 30 centímetros de diamétro abierto en la capa helada, que se ensanchó hasta los 60 centímetros al llegar a las cercanías del lago. Con algún pequeño retraso, completaron su misión en apenas cinco jornadas de trabajo, aunque ya se había ensayado con estos equipos en el lago Tahoe (en la frontera entre California y Nevada).
Esta grúa permitirá recoger las muestras de cinco metros de largo que se recogerán del lago.
El éxito de la misión se produce un mes después de que un equipo británico de científicos fracasara en su intentode llegar hasta el lago Ellsworth, a 3,4 kilómetros de profundidad, usando una tecnología similar de agua caliente a presión. A 300 metros de profundidad tuvieron que abandonar por problemas técnicos irresolubles. Hay cientos de lagos bajo los glaciares antárticos.
La ventaja de los investigadores de la misión Wissard, financiada con 10 millones de dólares por la National Science Foundation, radica en que tienen laboratorios esterilizados y preparados para estudiar las muestras que se extraigan del Whillans allí mismo. El equipo ruso que está obteniendo muestras del Vostok no podrá saber lo que contienen hasta mayo, cuando un buque oceanográfico las lleve hasta los laboratorios de San Petersburgo.
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