Cambio climático y su efecto en plantas polares abordó investigadora UdeC en Coloquios Antárticos
Concepción, 8 de mayo de 2013.- Los polos se presentan como modelos ideales para estudiar y proyectar los impactos del cambio climático, lo que hace que la investigación del fenómeno en el continente antártico cobre cada vez mayor relevancia, explicó la investigadora de la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción Angélica Casanova, en la conferencia “Expedición al círculo polar antártico: ¿hasta dónde llegan las plantas?” realizada en el marco de la segunda sesión del año de los Coloquios Antárticos UdeC.
“Es en los polos donde nosotros vemos los cambios más drásticos del cambio climático, es donde mejor se expresa, porque el incremento de 1 a 3 grados –que es lo que se estima ha aumentado la temperatura en la Antártica en los últimos 50 años- tiene un efecto muy intenso en la biota que está asociada a los ambientes extremos. En la montaña ocurre lo mismo”, señaló.
La académica, experta en ecología vegetal y cambio climático, ha investigado por más de 15 años el Continente Blanco, centrando sus estudios en una planta característica de la zona: la Deschampia antarctica.
Su primer viaje estuvo vinculado a su tesis de magíster, en la cual abordaba el tema de la resistencia al congelamiento de la planta. “En ese momento fue cuando la Antártica me conquistó”, contó.
Ahora está investigando cómo el cambio climático puede afectar la supervivencia de la planta, para lo cual ha realizado una serie de experimentos in situ (en distintos puntos de la Islas Shetland) con unas cámaras especiales que permiten mantener, en su interior, temperaturas entre 2 a 3 grados superior a las del ambiente.
De este modo, la investigadora ha observado que una mayor temperatura es beneficiosa para al crecimiento de Deschampsia; sin embargo –contó- han visto que las espigas de la planta no logran madurar; lo que significa que “sus semillas son inviables”. En todo caso, aclaró, Deschampsia se reproduce fundamentalmente de forma vegetativa.
De acuerdo a las observaciones realizadas en terreno, en las Islas Shetland hay muchas zonas en que se ha producido una mayor presencia de la planta, lo que sugiere que el aumento de temperatura en el continente ha sido beneficioso para ella.
En la última expedición a la Antártica, en el verano, la académica y un equipo de investigadores recorrió diversos sitios en los que se había reportado poblaciones vegetales hace 15 años, para corroborar su presencia.
“En algunos lugares no vimos la vegetación que dijeron que había; en Shetland había muchos sitios que sí tenían vegetación y había aumentado, pero en la Península Antártica, de los 10 sitios reportados que visitamos, sólo encontramos vegetación en 3 y uno de esos sitios es nuevo, lo encontramos nosotros”, dijo.
Esto -señaló- “nos muestra que el cambio climático puede tener efectos diversos, que pueden ser favorables o no y por eso es importante estudiarlo”.
Además de las Islas Shetland y la parte norte de la Península Antártica, la expedición de este año se adentró en el círculo polar, llegando hasta la Base Carvajal (sitio que pertenecía a la Fuerza Aérea, cerrado en 2003) al sur de la Isla Adelaida, una zona que, como dijo la doctora Casanova, no había sido explorada por investigadores chilenos hace 15 años.
Uno de los intereses de la académica sobre este sitio era saber si existía la vegetación reportada hace 15 años. En el punto más austral considerado en la expedición, los investigadores llegaron Isla Lagotillerie. “Allí pudimos confirmar que hay plantas, todavía quedan plantas, varios de los sitios que estaban descritos sí existen, la vegetación está expandiéndose. Son sitios muy desarrollados, muy ricos”, señaló.
La académica puso de relieve la investigación sobre los efectos del cambio climático y calentamiento global en la Antártica, “porque sabemos que los glaciares están retrocediendo y se están generando nuevas zonas que pueden ser colonizadas por la vegetación antártica o por una nueva vegetación”. Lo importante, agregó, es poder establecer una línea de base “para saber lo que está ocurriendo ahora y proyectar lo que puede ocurrir en 50 a 100 años”, puntualizó.
INACH
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