martes, 1 de mayo de 2012

Nadando con los pingüinos de la isla Paulet en la Antártida


Entre las rocas anida un cuarto millón de pingüinos, en un mar inquieto, blanco y negro, en el que un coro de ladridos se mezcla con un abrumador olor a pescado



Sentada en una roca al pie de un gran acantilado en la isla Paulet, una isla rodeada por un picado océano gris, podía observar piedras a mi alrededor, cráteres volcánicos salpicados con nieve y crecientes olas del mar de la Antártica.
Entre las rocas anida un cuarto millón de pingüinos, en un mar inquieto, blanco y negro, en el que un coro de ladridos, chillidos y graznidos se acompañan de un abrumador olor de pescado. 
La isla Paulet es una gran colonia de pingüinos Adelia. Una de las cinco especies de pingüinos que viven en la isla permanentemente.
La Antártida, con sus imponentes acantilados, volcanes activos, bahías estancadas en forma cartográfica por los icebergs, y con sus insondables extensiones es a la vez uno de los lugares más desolados y espectaculares de la tierra. Por siglos, este continente blanco envuelto en nieve fue un destino para los marinos, balleneros, y exploradores que están dispuestos a ir a extremos extraordinarios para descubrir sus secretos.
Ciertamente, es el lugar más distante del planeta; así lo vi en la expedición del Crucero Hurtigruten. Tomó 3 días de viaje por aire y 2 días navegando para alcanzar la punta de la frontera de la Antártida. 
El continente antártico es 1 ½ veces del tamaño de EE.UU. Si uno visualizara la Antártida como el perfil de la cabeza de un elefante con la trompa hacia arriba – sólo se alcanza la punta de la trompa.

Esfuerzos de preservación y los síntomas de los cambios globales del clima 
Muchas naciones reclaman pedazos de este vasto potencial de recursos naturales. Desde 1961 el continente ha estado bajo el Tratado Antártico, en donde 49 naciones son las signatarias. El tratado fue un hito que congelaron los reclamos de propiedad y se declaró que sólo la investigación científica pacífica era permisible.
Todas las naciones del tratado mantienen centros de investigación durante el año. Los operadores de tours que mandan de 20 a 42 cruceros al año a esas aguas, se regulan a ellos mismos de manera tal para no molestar a los nativos:pingüinos, ballenas, focas, y otras variedades de pájaros marinos para que no se sientan amenazados por un número no regulado de visitantes humanos. Nada se trae que se deje atrás, y nada más que las huellas en el hielo son dejadas en el hielo.
A pesar de las precauciones de conservación, los síntomas del cambio climático global se han vuelto visibles y están afectando a las poblaciones de pingüinos Adelia. Los científicos han descubierto que las especies están abandonando las colonias del norte y están moviéndose al sur, hacia el clima más frío. Las poblaciones de pingüinos Gentoo, los más adaptables de las especies de la Antártida, están apoderándose de las áreas de reproducción de los pingüinos Adelia.
Enfrente de mi pequeña roca, había dos pingüinos demostrando afección mutua, mientras que otro alimentaba con un guiso de pescado a sus dos polluelos grises. Era difícil para un humano con dos piernas caminar en la isla Paulet, con una población de un cuarto millón de pingüinos que son difíciles de ignorar. Esa tarde, nuestro barco se escurrió a través de un pasaje de 100 metros llamado el Fuelle de Neptuno [cerca de la Isla Decepción] hacia la caldera sumergida del activo volcán de 18 millas cuadradas.
La Isla Decepción es un círculo arrugado de roca volcánica salpicada con nieve y un gorgoteo con fumarolas y gases. A lo lejos, los dispersos edificios de las estaciones españolas se veían empequeñecidos en contraste del paisaje supervisado por las tres focas comiendo cangrejos que habían salido del agua para descansar en la playa. En otro siglo anterior, los balleneros traían los cadáveres de sus presas a una pequeña entrada de la caldera, que se conoce como la Bahía de los Balleneros. Se dice que uno podía caminar sobre los huesos de las espaldas de las ballenas que estaban apretadas a través de toda la bahía.
El antiguo volcán que creó la Isla Decepción todavía está activo.  La última vez que entró en erupción fue entre 1968 y 1970, cuando demolió dos estaciones de investigación chilenas.  Los científicos españoles clavaron barras de metal de varios metros en las rocas, arriba en el borde y abajo al fondo de la caldera para medir el área de movimiento sísmico. La presión volcánica está aumentando y se predice otra erupción en un futuro cercano.

Una aventura como ninguna otra
Desde el Fram anclado en alta mar, seis de nosotros subimos a un pequeño bote Polarcirkel cerca de la playa y saltamos al agua fría. La arena era en realidad grava negra, deslizándose como lava congelada debajo de las tormentosas olas grises.  Mientras caminábamos, la grava se movía y cedía bajo nuestros pies. Dentro de las botas de goma, obligatorias por los tratados internacionales, era difícil trepar al borde del volcán.
Afuera del cráter, el mar choca contra los acantilados escarpados y el viento trae un leve, pero inequívoco olor de pingüinos. Adentro del cráter había una serie de pequeñas depresiones y dos lagos, uno amarillo y el otro verde jade.
La neblina comenzó a cerrar como una cortina que cierra el paisaje y trepar más allá se convirtió en algo muy peligroso. Me resbalé adentro del cono de regreso a nuestro punto de partida, donde una de nuestra alegre banda ya estaba quitándose la ropa ¡para nadar la Antártida! Por un desafío de un amigo que creció en las extensiones de Noruega, yo la seguí.
El fondo era rocoso e irregular. El agua era tan fría que era difícil respirar. Debajo de mí, un viejo volcán todavía murmuraba en su sueño y un poco más allá del borde de la caldera las ballenas, focas y pingüinos cabalgaban en las corrientes heladas.
No parecía importar que agua caliente se filtrara a través de las grietas nuevas y antiguas. Estas corrientes no dejaron huella en el hielo líquido a mí alrededor. Escapé sin aliento a la playa, y dejé el mar para los que comen cangrejos y a los pingüinos.
Susan James es una escritora independiente con sede en Los Ángeles. Ella vivió en la India, Inglaterra y Hawái, y escribe acerca de viajes, arte y cultura. 
La Gran Época

No hay comentarios: