Una ilustración muestra el aspecto que habrían tenido los Bonapartenykus ultimus. (Gentileza Gabriel Lío)
Había sido descubierto en 1987. Hace dos años, científicos argentinos comenzaron a estudiarlo. Ahora saben que era un alvarezsáurido y que los huevos que ponía son únicos en su tipo. También, que se comportaban más como las aves actuales que como reptiles.
Mantuvo guardado su secreto durante casi 25 años. Lo habían descubierto en la Patagonia en 1987, pero no fue hasta ahora que un grupo de científicos argentinos se puso a trabajar sobre él y pudo develar el misterio. Tras estudiar desde 2010 los fósiles de un enigmático dinosaurio lograron identificarlo y descubrieron que los huevos que ponía son únicos en su tipo.
La historia se remonta 23 años atrás cuando el doctor Jaime Powell del Instituto Miguel Lillo de la Universidad de Tucumán encontró una serie de fósiles al sur de General Roca, Río Negro. Era un ejemplar de alvarezsáurido, un dinosaurio carnívoro que vivió en la Patagonia hace 70 millones de años. También en Mongolia y en algunos lugares de América del Norte. Pero no fue hasta Powell se cruzó con Fernando Novas, jefe del Laboratorio de Anatomía comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales, que pudieron confirmarlo. Recién hace dos años empezaron a estudiar el ejemplar en profundidad. "Son pocos huesos pero están muy bien conservados", le explica a Clarín Novas, doctor en Ciencias Naturales e investigador del CONICET.
ÚNICOS. Los huevos fósiles del Bonapartenykus ultimus hallados en 1987 en la Patagonia. (Gentileza Fernando Novas)
Junto a su discípulo Federico Agnolín y el eslovaco Martin Kundrat, especialista en huevos de dinosaurio de la Universidad de Uppsala, Suecia, se pusieron a analizar los fósiles. Decidieron bautizar al dinosaurio Bonapartenykus ultimus, en honor al prestigioso paleontólogo argentino José Bonaparte quien fue el primero en identificar a los alvarezsáuridos. El nombre quiere decir "la garra de Bonaparte" por el peculiar dedo en forma de garra que tenían; "ultimus" porque tiempo después los "dinos" se extinguieron.
Es "pariente del Tiranosaurio Rex, del Velociraptor, el mismo de la película Jurassic Park y del Carnotaurus", explica Novas. Todos "eran carnívoros que corrían con sus patas traseras". La mayor diferencia con sus temibles familiares era el tamaño. Medía "sólo" 2 metros. "Tenía el aspecto de un avestruz, con un cuello largo que terminaba en una cabeza proporcionalmente chiquita, dientes diminutos si es que los tenía y patas muy largas que le permitirían escapar ante una amenaza. Los brazos eran muy llamativos, muy cortitos pero muy robustos y develan que desarrollaba tareas en la que era imprescindible la fuerza. Tenía un solo dedo, una garra, capaz de descortezar un árbol. Y se supone que se alimentaban de insectos de esas cortezas", agrega.
En 1987, cerca de los fósiles habían hallado dos huevos, lo que permite aventurar que se trató de una hembra. Kundrat los sometió a un microscopio electrónico y descubrió que tenían una superficie diferente: que sus poros y canales no coincidían con nada que hubiera visto. Estaban ante un tipo de huevo nunca antes documentado.
Los bautizaron Arraigadoolithidae en agradecimiento a la familia de Alberto Arraigada, el dueño del campo en donde se descubrieron el dinosaurio y los huevos.
Aunque son distintos, Kundrat reconoció en estos huevos una serie de capas que conforman la cascara y vio que "eran muy parecidas a las estructuras de los huevos que pone hoy un águila o un ñandú y que la forma elíptica era parecida a los que pone una gallina", dice Novas.
Ese descubrimiento no solo permitió confirmar que "se parecían a las aves en aspectos como el esqueleto, la musculatura" y en cómo "movían sus patas y brazos" sino también la forma en cómo estos animales se comportaban a la hora de construir un nido, poner un huevo, incubarlo y cuidar a sus crías. "Eran más parecidos a las aves que a un lagarto o un cocodrilo", asegura.
DE EXPEDICIÓN. El eslovaco Martin Kundrat, el preparador de fósiles Marcelo Isasi y el doctor Fernando Novas durante su salida al terreno.
"Lo que sabíamos hasta ahora era que los oviraptores de Mongolia ponían este tipo de huevos elípticos con una decoración semejante a la que encontramos en este dinosaurio de Río Negro. Ahora sabemos que también se incluyen en la misma lista de comportamiento aviano los alvarezsáuridos. Todos tenían plumas", subraya.
"La Patagonia nos da año tras año información valiosísima para develar la historia de los dinosaurios en general y de los carnívoros en particular. Esto nos permite ir ensamblando mejor nuestros conocimientos. Esperamos poder seguir avanzando. Estamos en la Edad de oro de la paleontología argentina", asegura Novas.
Las conclusiones de los argentinos –y el eslovaco-fueron publicadas en la revista de paleontología Cretaceous Research y, según Novas, permiten "documentar mejor cómo fue la historia de la transformación de los dinosaurios hacia las aves. Ellas no son otra cosa que dinosaurios vivientes".
Clarín
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