El futuro del continente blanco hace necesario adoptar tecnologías verdes y económicas. Estas son algunas de las ideas que un panel de expertos de Estados Unidos baraja frente a las investigaciones que se planean desarrollar en las próximas dos décadas en la Antártica.
Estado Unidos gasta unos 380 millones de dólares cada año en proyectos de investigación en la Antártica. La última vez que se hizo una revisión del financiamiento, el grupo de expertos decidió construir una nueva base en el Polo Sur y un observatorio de neutrinos de un kilómetro cuadrado bajo la capa de hielo.
El mayor reto al que se enfrentan estos científicos es cómo la Antártica está reaccionando al cambio climático -derretimiento de glaciares, elevación de los mares y cambios en la vida silvestre- y el conseguir mayor apoyo económico desde Washington.
Aquí es donde entran al juego los robots, según explica Norm Augustine, presidente del Blue Ribbon Panel de la Antártica. “Se van a realizar grandes proyectos científicos en lugar de pequeños, una mayor cantidad de robótica estará envuelta en ellos y también observación remota”, declaró Augustine durante un receso del panel. “Los dos grandes impulsores de esta idea son la gente y el combustible. Es tremendamente caro llevar gente ahí abajo y mantenerla saludable”, agregó.
Para reducir los costos de combustibles, el Panel considera “enverdecer” la Estación McMurdo, la cual ofrece apoyo a miles de personas durante el ajetreado verano antártico (noviembre a febrero). Este año, la Fundación Nacional de Ciencia tiene previsto instalar los primeros paneles solares en la base, así como explorar la posibilidad de usar un volcán cercano activo, llamado Monte Erebus, para generar energía geotérmica que podría hacer funcionar las turbinas y producir electricidad. De hecho, una turbina de viento ya produce entre el 7% al 20% de la electricidad de la base, dependiendo sólo de la velocidad de los vientos y la demanda de energía. Un mayor uso de fuentes renovables de energía podría ayudar reducir la huella de carbono de la Base McMurdo.
En la actualidad, los generadores de la estación queman seis millones de galones de combustible para mantener la temperatura en los dormitorios, laboratorios e iluminar a los aviones que vuelan sobre la Antártica durante el invierno.
A este consumo se suma la edad de la Base McMurdo, que con 55 años de antigüedad necesita un lavado de cara urgente. Muchas de las instalaciones carecen de aislante, mientras que las unidades de almacenamiento para equipos de laboratorio muchas veces están en el exterior y son de difícil acceso.
Además, con el desastre que ocurrió en las instalaciones cariocas hace unos meses, la necesidad de mejorar estas antiguas construcciones estadounidenses -algunas que representan un peligro inminente de incendio- se ha hecho latente.
veoverde
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