“Lo he designado como navegante de la Operación ’90, el intento argentino de llegar al Polo Sur”, escuchó, palabras más, palabras menos, hace medio siglo, el sargento primero del Ejército Argentino Adolfo Oscar Moreno. Quien le informaba sin derecho a replica era el coronel Jorge Edgar Leal, jefe de la expedición que se proponía lograr la hazaña con aspectos soberanos y científicos, porque además de ratificar el dominio sobre el último confín del territorio nacional, la larga marcha por el continente antártico permitiría realizar un pormenorizado relevamiento geográfico de aquellas latitudes.
En el caso de Moreno se sumaba a su experiencia antártica en anteriores campañas, una especialización en un rubro poco frecuente en el arma de Ejército. La navegación casi no se emplea en desplazamientos terrestres, es privativa de la Fuerza Aérea y de la Marina. El suboficial venía de hacer efectivo el traspaso formal de la Base Matienzo de una fuerza armada a otra y de pasar una temporada entre los hielos, cuando le cayó el encargo. De regreso al continente, apenas tuvo tiempo de aprovechar un viaje compensatorio a Brasil, “para llenarme de sol”, y concentrarse en el acondicionamiento de teodolitos, brújulas y demás instrumental específico.
Visto a la distancia, aquel episodio con mucho de épica, debió sobrellevar fundamentalmente dificultades no sólo físicas sino técnicas. De ahí, la importancia de un entrenamiento teórico especial, que Moreno pudo completar recién a bordo del rompehielos que hacía los traslados entre las bases.
En rigor histórico, los preparativos logísticos habían comenzado bastante antes.
A fines de noviembre de 1963 personal de la Base Belgrano comenzó a estudiar sobre el terreno las posibles vías de acceso al interior y planificar la instalación de una base secundaria de operaciones, con víveres y combustibles, aproximadamente a los 83º de latitud sur, que quedó materializada antes de la larga noche polar.
Finalmente, en busca del objetivo, el 26 de octubre de 1965 una patrulla de hombres del Ejército partió desde la Base General Belgrano iniciando la marcha terrestre hasta el Polo Sur, alcanzando el punto más austral de Argentina, el 10 de diciembre de ese año.
Moreno recuerda: “En los últimos 20 kilómetros, la visibilidad alcanzaba apenas los 150 metros. El lugar presentaba el aspecto de una planicie en la que se levantaba una base permanente de Estados Unidos”, que conmemora en su nombre a los primeros exploradores en arribar, el noruego Ronald Admundsen y el inglés Robert Scott, que pereció en el intento.
Luego de cumplir con el gesto de soberanía y plantar la bandera que lo certificaba, la patrulla emprendió el regreso a Belgrano arribando el último día de 1965.
Escribió entonces como corolario a la gesta, el ahora general Jorge Edgar Leal: “Los hombres sometidos a la agresión climática y al permanente riesgo van llegando a su límite emocional y físico, y los efectos de la tensión se conocen, entre otras manifestaciones, por una acusada disminución de peso y un inocultable debilitamiento. No se desea con estas descripciones hacer un panegírico de la expedición, pero sí se pretende pintar con orgullosa franqueza los inconvenientes que se debieron vencer para cumplir con la misión impuesta”.
HITOS ANTÁRTICOS
■ 1951 Se crea el Instituto Antártico Argentino por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional.
■ 1956 Se establece el reglamento que fija el carácter científico y técnico del organismo.
■ 1960 La flota del Estado argentino es la primera en realizar crucero turísticos y ecológicos.
■ 1978 El argentino Emilio Palma nace en Base Esperanza.
■ 2003 Argentina y Chile reabren un refugio binacional.
Oscar Muñoz
BAENegocios
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