Este fósil de cráneo de pingüino antártico del periodo Eoceno fue descubierto en la formación La Meseta, de la isla Seymour. (Foto: Journal of Vertebrate Paleontology)
Los pingüinos están envueltos de muchos enigmas evolutivos, y desentrañar estos es una vía importante para profundizar en los entresijos de la evolución animal. Son únicos entre las aves modernas en cuanto a que “vuelan” a través del agua. Aunque no lo hacen en el aire, los pingüinos tienen una serie de adaptaciones que les permiten planear sin esfuerzo a través del agua. Y algunas de estas adaptaciones se hallan en sus cerebros. Hallazgos recientes de pingüinos fósiles de hace 35 millones de años en viejos sedimentos en la Antártida han empezado a aportar datos esclarecedores sobre los cambios en su cerebro que acompañaron a su transición evolutiva hacia el agua.
Comparar múltiples especies (pingüinos extintos y vivos, y aves actuales que vuelan y bucean) es una buena estrategia para acercarse a las respuestas de dos preguntas principales sobre la evolución del cerebro del pingüino: ¿qué cambios morfológicos principales han ocurrido?, y ¿cuándo sucedieron estos?
Entre los fósiles recientemente hallados, los hay de cráneos que están tan bien conservados que pudieron ser escaneados con tomografía computerizada para analizar su estructura interna.
Estos escaneos, analizados por el equipo de Claudia Tambussi y Federico Degrange, de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina, así como Daniel Ksepka, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Estados Unidos, revelaron algunos de los interesantes rasgos de estos pingüinos primitivos que revelan detalles de su naturaleza transitoria. Muchos de estos hallazgos tienen que ver con las capacidades sensoriales de estas especies fósiles. Por ejemplo, un área asociada con las funciones visuales complejas está agrandada. Los fósiles de la Antártida ponen de manifiesto que la neuroanatomía de los pingüinos estaba aún desarrollándose unos 30 millones de años después de su pérdida de la habilidad de volar por el aire, y las tendencias a la expansión de dicha región cerebral y a la reducción de los bulbos olfativos estaban todavía en marcha.
Además del incremento en complejidad visual y de la reducción en el olfato, los hallazgos en la región del oído aportan datos esclarecedores sobre la posición de la cabeza y la habilidad para mantener el equilibrio de los pingüinos fósiles. Todo esto junto, muestra que esos pingüinos primitivos tenían muchas de las adaptaciones de los pingüinos actuales, aunque poseyendo todavía algunos rasgos únicos que no se ven en los modernos. Además, algunas de estas adaptaciones se encuentran en los pájaros voladores modernos. La morfología cerebral refleja esto, dado que los pingüinos retienen un cerebro, que, en general, es operativo para permitirles volar por el aire si tuviesen la capacidad anatómica para hacerlo.
NCYT
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