La ecóloga venezolana Adriana Humanes es una de las 80 científicas que se internará el 18 de febrero en la Antártida en una expedición que explorará los secretos de la vida en la región más remota de la tierra y formará a mujeres líderes con la capacidad de detener el cambio climático.
La cuenta regresiva de la travesía hacia las gélidas aguas del Gran Océano del Sur comenzó hace un año cuando Humanes fue seleccionada entre destacadas investigadoras para integrar del segundo cohorte del proyecto Homeward Bound, que en español significa De vuelta a Casa, un innovador programa creado por la socióloga australiana Fabian Dattner para empoderar a 1.000 científicas durante una década y ayudarlas a asumir roles de liderazgo y de toma de decisiones para construir un mundo más sostenible.
El camino de Humanes como una mujer de ciencias comenzó en 1999 cuando inició su licenciatura en biología en la Universidad Central de Venezuela y continuó con una maestría en la Universidad Simón Bolívar y un doctorado en James Cook University en Australia. En la actualidad es investigadora de postdoctorado en la Universidad de Newcastle, Inglaterra, donde estudia el uso de la genética como posible herramienta para la restauración de arrecifes.
La personalidad amigable de Humanes le ha facilitado el logro de uno de los objetivos del programa: la visibilidad de la vida y el trabajo de las mujeres de ciencia. La caraqueña hija de un español y una venezolana descendiente de alemanes evita usar complicadas palabras científicas para explicar su amor por las formaciones coralinas y la importancia que su trabajo pudiera tener para detectar el impacto de las temperaturas de las aguas en la reproducción de la vida marina.
Humanes no tiene reparos en mostrar que las científicas destacadas tienen una vida personal y aficiones como cualquier otra mujer. Está casada con un biólogo dedicado a la ecología terrestre, con quien comparte su amor por la naturaleza y la fotografía documental, y le gustaría algún día ser mamá. También le encanta bordar con ganchillo o “chotchet” desde que su abuela le enseñó cuando era pequeña. Asegura que la comunidad científica está muy vinculada al arte y que el intercambio personal fuera del laboratorio es fundamental para el éxito de sus investigaciones.
La ecóloga no habló de política pero lamentó la difícil situación que viven los científicos en su país natal, donde a muchos de sus mentores no les alcanza el sueldo para pagar sus gastos básicos. “Fue muy, muy triste cuando el año pasado pase por la Facultad y vi a profesores en estado de desnutrición”.
Sus logros, ganados con estudio y constancia, son una muestra de que es posible romper las barreras de la inequidad de género.
¿Por qué decidiste estudiar biología y no física o medicina?
Yo quería ser médico cirujano porque me encantaba ver la serie ER. Pero no me había dado cuenta que no puedo ver sangre sin marearme. Mi papá me sugirió que estudiara biología después de que no pasé el examen para entrar en la Facultad de Medicina y fue uno de los mejores consejos que me ha dado. Ahora me doy cuenta que siempre tuve mente de científica.
¿Y por qué te dedicaste a los corales?
Me di cuenta que deseaba ser ecóloga marina después de tomar un curso de biología animal con la profesora Sheila Marques Pauls en el segundo semestre del pregrado. Su pasión por los corales y los organismos marinos era tan contagioso que me inspiró a descubrir el fantástico mundo que vive en el mar.
¿Qué te motivó a participar en Homeward Bound y cómo conseguiste los recursos?
Cuando escuché por primera vez sobre Homeward Bound, estaba convencida de que era una iniciativa a la que quería unirme. Nací en Venezuela, la nación con la mayor reserva de petróleo del planeta y el país latinoamericano con mayor emisión de gases de efecto invernadero per cápita, y he sido testigo de los efectos de las actividades humanas en los ecosistemas. Soy consciente de la necesidad de cambiar la forma en que usamos los recursos naturales y de la necesidad de empoderar a los investigadores con herramientas para influir en la toma de decisiones y las acciones y creo que Homeward Bound es una iniciativa que puede facilitar este cambio.
Obtuve el dinero para participar en el proyecto gracias a las personas que donaron en mi campaña de recolección de fondos (https://www.chuffed.org/project/adrianahumanes), a una beca parcial que me otorgo el programa, a los fondos que me dio la Universidad de Newcastle donde actualmente trabajo. Adicionalmente 4 de mis compañeras de Homeward Bound lograron conseguir financiamiento de una empresa Española al cual yo no pude aplicar por ser venezolana y generosamente compartieron conmigo el dinero que individualmente habían recaudado para completar los fondos que me faltaban.
¿En qué ha consistido el año de preparación para este desafío?
Durante los primeros meses recibimos formación en liderazgo, estrategia y visibilidad y también hemos realizado una evaluación de desarrollo personal que trabajamos individualmente con un mentor. Además, el programa nos asignó grupos de trabajo formados por un máximo de 4 mujeres alumnas y que rotaron cada tres meses, con el objetivo de que las participantes nos conociéramos mejor. En la segunda parte del año organizaron grupos de estudio en los que se está enfocados en diferentes temas como salubridad y suministro de agua, energías renovables, contaminación y diferentes aspectos del cambio climático que serán discutidos durante el viaje a la Antártida. Gracias al uso de la tecnología (grupos de Facebook, Slack, reuniones en Zoom, WhatsApp, almacenamiento en la nube) la colaboración entre nosotras ha sido posible, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en casi todos los husos horarios.
¿Qué pueden hacer las mujeres científicas por la madre tierra que no puedan hacer los hombres de ciencia?
Las mujeres científicas pueden ayudar a los hombres que están tomando decisiones importantes para disminuir el efecto de las actividades humanas sobre el cambio climático que nos afectan a todos por igual. A nivel mundial apenas el 20% de posiciones estratégicas en laboratorios, universidades, centros de investigación y comités encargados de diseñar políticas y tomar decisiones relacionadas con el cambio climático están ocupados por mujeres. Los equipos de trabajo que presentan equidad de género son hasta un 50% más productivos y eficaces que aquellos con predominancia de un género. El objetivo de Homeward Bound es lograr la inclusión de la mujer como alternativa para conseguir soluciones más efectivas para enfrentar el cambio climático, transformar la sociedad y disminuir el efecto de nuestras actividades sobre el planeta.
¿Por qué los hombres no pueden hacerlo? ¿Le interesan temas diferentes?
No es que a las mujeres nos interesen temas diferentes a los hombres, sino que las mujeres y los hombres se diferencian en sus comportamientos y habilidades. Las mujeres tienden a ser buenas en algunas áreas, mientras que los hombres son mejores en otras. Un estudio de Eagly de 2001, en que se analizó la frecuencia de los comportamientos de liderazgo de 10.000 personas en sus equipos de trabajo, mostró que mientras hombres y mujeres aplican los 9 comportamientos de liderazgo que definen a un buen líder, lo hacen con frecuencias diferentes. Los comportamientos que las mujeres tienden a practicar con más frecuencia incluyen el fomento del desarrollo de las personas en su equipo, muestran expectativas y ofrecen recompensas cuando algún miembro del equipo lleva a cabo una tarea, y se presentan al equipo como un modelo a seguir. Por otro lado, los hombres tienden a promover la toma de decisiones individual y usan el control y la acción correctiva para guiar a un equipo, que son dos comportamientos extremadamente importantes para asegurar el éxito de un grupo.
¿Es un viaje riesgoso? ¿Tienes miedo?
Sí, efectivamente es un viaje riesgoso pues vamos a ir a la Península de la Antártida a la cual es difícil de acceder por lo que no hay recursos para atender una emergencia. ¿Qué si tengo miedo? Por supuesto, creo que todos los seres humanos tenemos miedo a las situaciones que desconocemos y a salir de nuestra zona de confort, sobre todo en nuestros momentos actuales en los que nos hemos acostumbrado a poder tener comunicación inmediata con nuestros allegados. Estaremos 3 semanas sin acceso a internet ni teléfono, en un sitio que desconocemos. Sin embargo mi curiosidad por conocer personalmente a las otras 79 participantes y de ver los efectos del cambio climático en la Antártida son mayores que mis miedos.
Sí, efectivamente es un viaje riesgoso pues vamos a ir a la Península de la Antártida a la cual es difícil de acceder por lo que no hay recursos para atender una emergencia. ¿Qué si tengo miedo? Por supuesto, creo que todos los seres humanos tenemos miedo a las situaciones que desconocemos y a salir de nuestra zona de confort, sobre todo en nuestros momentos actuales en los que nos hemos acostumbrado a poder tener comunicación inmediata con nuestros allegados. Estaremos 3 semanas sin acceso a internet ni teléfono, en un sitio que desconocemos. Sin embargo mi curiosidad por conocer personalmente a las otras 79 participantes y de ver los efectos del cambio climático en la Antártida son mayores que mis miedos.
¿Cuáles son tus expectativas sobre la expedición?
Estoy muy interesada en ver el efecto del cambio climático en el área con nuestros propios ojos, porque como dicen “ojos que no ven, corazón que no siente”. Yo trabajo en el efecto que el cambio climático tiene sobre los arrecifes coralinos, sin embargo ver sus efectos en otros ecosistemas a los que no estamos expuestos y en los cuales la presencia humana es mínima creo que me puede cambiar mucho la manera de pensar. Pensar que un sitio tan lejos de Venezuela y con una importancia ecológica crucial en el mantenimiento de las condiciones climáticas de nuestro planeta está siendo afectada por nuestras actividades va a tener un gran impacto en mí que espero poderlo compartir con la mayor cantidad de gente posible. Además el hecho de compartir experiencias con otras mujeres que trabajan en áreas similares en otros países e instituciones generará sinergias para colaborar en futuros proyectos e investigaciones.
¿Qué hace a la Antártida tan fascinante?
La Antártida es un continente clave e icónico cuando hablamos de cambio climático ya que actúa como laboratorio gigante dado que en él se manifiesta claramente los efectos del calentamiento global. Debido a los cambios de temperatura en las orillas de la Antártida se ha observado una proliferación en el desarrollo de comunidades de musgos durante en las últimas décadas, el derretimiento de los glaciares cambiando paisajes cubiertos de hielo y nieve por flancos de montañas y riberas con sombras.
Adicionalmente, la expedición antártica es una acción con una fuerte carga simbólica que pretende crear en el imaginario colectivo de mujeres y niñas la realidad de que las mujeres podemos llegar a cualquier sitio, aportando una visibilidad para las mujeres y el cambio climático que de otro modo no sería posible.
Adicionalmente, la expedición antártica es una acción con una fuerte carga simbólica que pretende crear en el imaginario colectivo de mujeres y niñas la realidad de que las mujeres podemos llegar a cualquier sitio, aportando una visibilidad para las mujeres y el cambio climático que de otro modo no sería posible.
¿Cuándo regreses, cuál será tu próximo desafío?
Mi desafío al regreso es lograr tener resultados de experimentos en los que estoy trabajando actualmente en mi postdoctorado, el cual trata de evaluar la posibilidad de utilizar evolución asistida como herramienta para restaurar arrecifes coralinos afectados por altas temperaturas como consecuencia del cambio climático. Sé que suena un poco complicado de entender, pero principalmente estamos tratando de ver si colonias coralinas que son resistentes a altas temperaturas pueden transmitir la resistencia a su descendencia. Lo difícil en estos experimentos es poder realizar exitosamente los cruces sexuales entre las colonias de interés, dado que trabajar con reproducción sexual de corales es bastante complicado y como es un evento que solo ocurre una vez al año requiere de mucha planificación. Dos días después de regresar de la Antártida me trasladaré a Palau, una isla en el Pacifico donde estamos desarrollando el proyecto y donde estaré hasta finales del año haciendo experimentos.
Mi desafío al regreso es lograr tener resultados de experimentos en los que estoy trabajando actualmente en mi postdoctorado, el cual trata de evaluar la posibilidad de utilizar evolución asistida como herramienta para restaurar arrecifes coralinos afectados por altas temperaturas como consecuencia del cambio climático. Sé que suena un poco complicado de entender, pero principalmente estamos tratando de ver si colonias coralinas que son resistentes a altas temperaturas pueden transmitir la resistencia a su descendencia. Lo difícil en estos experimentos es poder realizar exitosamente los cruces sexuales entre las colonias de interés, dado que trabajar con reproducción sexual de corales es bastante complicado y como es un evento que solo ocurre una vez al año requiere de mucha planificación. Dos días después de regresar de la Antártida me trasladaré a Palau, una isla en el Pacifico donde estamos desarrollando el proyecto y donde estaré hasta finales del año haciendo experimentos.
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