Una vista de la estación modular Halley VI - Foto Hugh Broughton Architects (Flickr, CC)
La fisura en el hielo avanza a un ritmo de más de un kilómetro al año en dirección a la estación. Los científicos comienzan un plan para desmontar los módulos y llevarlos a lugar seguro.
Los 35 científicos que viven en la estación Halley VI, de la misión británica en la Antártida, han comenzado una carrera contrarreloj para evitar ser tragados por el hielo. Una grieta gigante, de 50 metros de profundidad y 30 km de largo, avanza en dirección a la base a un ritmo de más de un kilómetro al año. La grieta, que se formó hace 30 años, permaneció "dormida" hasta 2012, cuando las imágenes por satélite indicaron que estaba volviendo a crecer. Ahora, según adelanta New Scientist, se encuentra a apenas 8 km de la estación, lo que ha activado un protocolo de emergencia para cambiar de ubicación en el plazo de un año antes de que alcance un punto de no retorno.
"No sabemos lo que pasará", explica Hilmar Gudmundsson, miembro del programa antártico británico. "Podría dejar de crecer, pero no podemos descartar la posibilidad de una gran rotura". La base está situada sobre la placa Brunt, con un espesor entre los 150 y los 250 metros de hielo, y lagrieta tiene en algunos lugares hasta un kilómetro de ancho, lo que significa que se podría tragar literalmente la estación. En el año 1998 se produjo una situación similar, cuando el trozo de hielo en el que se encontraba la base alemana Filchner se rompió y quedó a la deriva, lo que obligó al desmantelamiento y reconstrucción de la base. "Todas las placas de hielo hacen estas cosas. Es un suceso natural", explica Gudmundsson. “Pero es difícil saber cuándo y con qué fuerza van a suceder. Es como intentar predecir un terremoto".
Para evitar daños personales y materiales los responsables del programa británico han puesto en marcha un plan de evacuación de la estación Halley VI, que fue diseñada para ser portátil. Aprovechando el comienzo del verano antártico ha comenzado el traslado de los buldóceres que arrastrarán los módulos de forma individual hasta una nueva ubicación, a unos 25 kilómetros del lugar y fuera de la trayectoria de la grieta. La operación de remolque deberá ser diseñada con cautela, puesto que los pesados módulos podrían volcar si se sobrepasa determinado nivel de pendiente en el hielo por el que se deslizarán. Las cinco bases predecesoras del programa Halley no tuvieron tanta suerte y fueron abandonadas y enterradas por la nieve, debido a los peligros de continuar las operaciones en ellas.
Referencias: Massive crevasse in the ice forces early move for Antarctic base (New Scientist) | The ice station that needs saving from the abyss(The Telegraph)
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