viernes, 21 de noviembre de 2014

La primera base antártica española se convierte en un museo de Barcelona



Barcelona, 19 nov (EFE).- El primer laboratorio de la Base Antártica Española (BAE), Juan Carlos I, abre hoy sus puertas al público como una pieza más del Museo de la Ciencia de la Obra Social La Caixa de Barcelona.

El espacio que se convirtió en un gran hito para la investigación científica en España y en el que fue posible llevar a cabo campañas científicas de gran valor, bajo la dirección de la oceanógrafa y bióloga, Josefina Castellví, ha pasado por un proceso de restauración de casi dos años antes de ser instalado en el museo.

"He tenido el honor de poder trabajar en un laboratorio natural, porque las condiciones que se dan en la Antártida no pueden reproducirse en ningún otro continente", ha destacado la que fue directora de la base durante los primeros seis años de la expedición, Josefina Castellví.

Castellví, que ha asistido hoy a la instalación de la BAE en el CosmoCaixa, ha explicado las dificultades que experimentaron ella y sus compañeros científicos para instalar el módulo laboratorio en el continente helado de la Antártida.

"La base prefabricada se compró en Finlandia, pero nosotros mismos diseñamos el interior del módulo y lo mandamos a hacer en una empresa de Tarragona", ha detallado la bióloga.

Según Castellví, para transportar el módulo hacia la Antártida se alquiló un barco polonés con permiso para navegar entre hielo, ya que en España no existía ninguna embarcación con ese permiso, y la embarcación tardó entre tres y cuatro días en llegar al continente helado.

Para el traslado de vuelta a España, los problemas "no han dejado de producirse", ha confirmado Ballester, a quién le consta que el traslado de la base a España ha sido dificultoso y largo.

La expedición científica en el continente más austral de la Tierra comenzó en el año 1986, cuando cuatro científicos catalanes -Josefina Castellví, Agustí Julià, Joan Rovira y Antoni Ballester, que encabezaba la investigación-, plantaron su tienda de campaña en un trozo de la isla de Livingstone con el objetivo de presionar al Gobierno español a vincularse al tratado Antártico.

Aquel mismo año, el líder de la expedición, Antoni Ballester, sufrió un ictus y Josefina Castellví asumió la dirección del proyecto durante los seis primeros años, convirtiéndose en la primera mujer directora de una base antártica.

Finalmente, el grupo científico consiguió instalar el módulo laboratorio, con la ayuda del programa antártico polaco, a unos 120 kilómetros de la Península Antártica, hecho que consiguió posicionar a la investigación científica española en el panorama internacional.

Tan solo dos años después de la instalación de la BAE en la Antártida, el grupo de científicos consiguió su objetivo principal: que España entrara a formar parte del Tratado Antártico.

La actividad científica se inició con el estudio de los nutrientes del mar y de su relación con el fitoplancton.

Pronto llegaron proyectos de microbiología, meteorología y geología, y estudios de la flora y la fauna de la zona.

En la actualidad, el máximo responsable de la Base Juan Carlos I, Jordi Felipe Álvarez, lleva a cabo la remodelación y ampliación de la base con la finalidad de facilitar la investigación científica española en la Antártida y mejorar las condiciones en que se realiza.

Gracias a este base, grupos de científicos españoles continúan desarrollando programas de gran valor para desentrañar los secretos de un lugar tan extremo e inhóspito como la Antártida.

En los más de 25 años de actividad en la BAE se han llevado a cabo estudios sobre el cambio climático y las poblaciones de pingüinos, entre otras investigaciones que han tenido gran relevancia a escala internacional.

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