domingo, 9 de noviembre de 2014

Del Canto a Magallanes



Todo principio es muy duro, y más en tierras desnudas, pues son pocos los que quieren ser constructores de pueblos.   Primeros fueron soldados, después vinieron colonos y más tarde los marcados, condenados del destino.   Mucho costó en los albores dar forma a una sociedad, y conflictos muy terribles tuvieron que soportar.
Un tal Cambiazo Primero, y sus compinches sin ley, hicieron que Punta Arenas bañara en sangre su honor de colonia bien plantada,  al mártir Muñoz Gomero, gobernador destacado lo asesinaron arteros, emisarios del pavor.   Después de un tiempo penoso, lleno de gran de dolor, otro episodio siniestro resintió la paz a medias de la sociedad naciente, fueron rudos artilleros destacados en la zona que impusieron sus pasiones  a punta de fuego y odio, rompiendo las ilusiones de los heroicos colonos.   Pero las heridas cierran aunque dejen cicatrices y los golpes endurecen, fortaleciendo el orgullo.   Lentamente aquellos hombres recogieron su coraje y aceptaron decididos el desafío  planteado.   Llenos de amor por la tierra y mirando al porvenir comenzaron a crecer, y de a poco cimentaron las bases de la región.
De las Malvinas lejanas, se trajeron las ovejas estallando el horizonte en una bendita estela de carne y de vellón sagrado.   Y la pampa, fue balido y alimento y se hizo lana, y en todas partes rugió el impulso del progreso, como pagando de golpe el heroísmo empeñado por los bravos precursores.   A lomo blanco de oveja con generoso vellón y roja carne alimento Magallanes despega.

Pero no bastan riquezas para establecer blazones,  es necesaria la savia que solo el hombre provee.
Desde países lejanos llegaron gentes distintas buscando el nuevo futuro, dejando atrás sus aldeas, sus parientes, sus amigos, transplantaron a los hielos sus hogares y esperanzas, trajeron a sus mujeres y sembraron en sus vientres el futuro del estrecho que a poco andar germinó en una raza distinta.   Así llegaron los suizos y también los españoles, vinieron varios franceses, alemanes e italianos, pero los más abundantes fueron los rubios eslavos, que orgulloso se fundieron en bravo crisol de razas, formando una nueva estirpe muy vital y generosa.
 TAMO DALEEKO
DALEKO KRAAI MORÁ
TAMO IÉ SE E LO MÓIE
TAMO IÉ YUBA MOIÁ (BIS)
Brach, Split, War, y el adriático apacible, fueron recuerdo y nostalgia al pisar tierras australes

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