La pandemia demostró la importancia de la conectividad para integrar y potenciar el desarrollo digital en el futuro, pero destacaron también lo indispensable de estas conexiones para la educación y el trabajo en pueblos alejados de las grandes ciudades.
En diálogo con LA NACION, tres personas dieron sus testimonios de cómo la tecnología significa progreso en su entorno y que ha demostrado que ya no pueden vivir sin ella.
Polo Sur y alejados de todo
Tan cerca, pero tan lejos
"La llegada de la antena de telefonía móvil nos favoreció mucho porque no teníamos conexión directa a ninguna región importante del país. Hoy, nos podemos conectar con el mundo", aseguró Ángel Luna, jefe comunal de Chuña, localidad en la provincia de Córdoba.
"Era un pueblo prácticamente olvidado", aseguró. Con 500 habitantes, Chuña está 136 kilómetros al norte de la capital. Luna vivió allí toda su vida y su ilusión siempre fue lograr cosas importantes; y así lo hizo. Entre ellas: casas viviendas, la erradicación del mal de chagas y mejoras en el sistema de agua potable y en la comunicación en el pueblo. Gracias a eso, los chicos de la escuela secundaria ahora pueden acceder a información y durante el aislamiento pudieron tener clases.
"Lo venimos gestionando hace mucho tiempo, porque era una necesidad primordial para los vecinos y para mejorar la calidad de vida", dijo. Fue en julio del año pasado cuando recién llegó la antena al pueblo y de ahí en adelante todo cambió. "Mejoró muchísimo la calidad de vida de todo el pueblo. La gente estaba feliz por poder conectarse con parientes", aseguró.
La tecnología como base de la educación
"En la Puna fue lo mejor que pudimos tener, gracias a eso está la universidad aquí. De ninguna manera hubiéramos podido si Telecom no hubiera instalado todos los aparatos que ha puesto", dijo Rosario Quispe Warmi, coordinadora Universidad de la Puna.
Rosario es una mujer coya y líder natural de la Puna Jujeña. Trabaja para que las comunidades coyas puedan desarrollar su vida en su tierra, sin tener que emigrar forzadamente a las ciudades en busca de sustento.
Para ello, encaró la situación desde diversas aristas: microcréditos para proyectos productivos de ganadería y cultivo, emprendimientos de turismo, artesanías, pequeñas empresas sociales y campañas de prevención en temas de salud. Incluso ha inaugurado la Universidad de Warmi, primera escuela de estudios superiores en la Puna.
A su vez, logró que 20 chicos estén estudiando medicina en el exterior. Hoy, cuenta con más de 3000 socios y unas 6000 familias que están logrando igualdad de oportunidades sin necesidad de migrar. Sueña con una Puna mejor, con profesionales que lideraran el cambio y el desarrollo para ellos y sus familias. Además, en este último tiempo, fueron muchos los chicos que pudieron recibirse a la distancia. "Tenemos un abogado en el pueblo y nos encantaría poder compartirlo con el mundo", dijo.
La Nación
No hay comentarios:
Publicar un comentario