LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. El buque de Investigación Oceanográfica Hespérides entrega las muestra científicas traidas de la Antártida al buque oceanográfico Ángeles Alvariño, en la Base Naval de Las Palmas. Fotógrafo: ANDRES CRUZ | 26/05/2018 | Fotógrafo: Andrés Cruz
El buque oceanográfico de la Armada traslada las muestras de su última campaña al ´Ángeles Alvariño´, que las llevará a la Península
Los muelles del Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria fueron testigos este sábado, 26 de mayo, de un hecho singular. Mientras la cercana plaza de Canarias acogía los actos de celebración del Día de las Fuerzas Armadas, en la Base Naval las tripulaciones de los buques oceanográficos Hespérides, de la Armada Española, y Ángeles Alvariño, del Instituto Español de Oceanografía, procedían a trasladar de un barco a otro las muestras recogidas durante la última campaña antártica en una operación sencilla, pero delicada.
El Hespérides, comandado por el capitán de fragata Aurelio Fernández Dapena y recién llegado de su travesía de seis meses por aguas australes, transportaba en sus bodegas casi 70 cajas y contenedores con todo tipo de materiales, desde musgo hasta hielo de las profundidades antárticas pasando por sedimentos o líquenes. Por haber, también había excrementos, sangre y hasta un pequeño feto de pingüino. Todas estas muestras, empaquetadas con sumo cuidado y conservadas durante meses a temperaturas gélidas, fueron obtenidas por los científicos a lo largo de los 184 días que duró esta vigésima tercera campaña por las proximidades del último continente aún parcialmente ignoto.
Hasta 214 científicos y otros 20 técnicos de 17 misiones españolas o de países como Estados Unidos, Francia, Colombia o Dinamarca se han embarcado en el Hespérides durante este tiempo. El buque, que cumple una doble función -científica, pero también logística- en cada una de sus campañas, trasladó a los investigadores desde las ciudades americanas más meridionales, Ushuaia y Punta Arenas, hasta lugares como la isla Decepción o bases como la Gabriel de Castilla, gestionada por el Ejército de Tierra, o la Juan Carlos I, en manos de la Unidad de Tecnología Marina del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para que llevaran a cabo sus proyectos y a la vez les llevaban víveres o combustible para los generadores de energía, además realizar de otras misiones científicas a bordo del propio barco.
Lugar mágico
"Navegar por la Antártida es totalmente distinto a cualquier otro lugar", relata el jefe de operaciones del buque, el teniente de navío Carlos Compañy. El Hespérides cuenta con una proa reforzada, aunque no es un rompehielos al uso, por lo que es necesario consultar constantemente los mapas satelitales de hielo que indican cómo sortear los grandes bloques que surcan aquellas aguas. "Es complicado por la meteorología y hay que mantener una preocupación constante, pero también hay unos paisajes y una visibilidad que no se ven en ningún otro lugar; la primera vez que lo ves parece mágico", reconoce.
El día a día en la Antártida tampoco resulta sencillo para los científicos que la visitan. "Aquellas condiciones son duras", confiesa el gestor del Programa de Investigación Polar de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), Andrés Barbosa, un veterano biólogo que lleva a sus espaldas 11 campañas australes centradas en su campo de investigación, la ecología y el comportamiento de aves que como los pingüinos viven en ambientes extremos, así como los efectos del calentamiento global en estas especies. A bordo del Hespérides tienen una estancia agradable -"La Armada se vuelca con nosotros", destaca Barbosa- y una vez en el continente helado, la vida en la base resulta "muy particular, como un pequeño Gran Hermano con 30 personas y sin cámaras, aunque es bastante cómoda considerando dónde estamos", asegura.
Temperaturas gélidas
Antes de completar sus misiones, los científicos guardan las muestras en distintos envases para almacenarlas a temperaturas que oscilan entre los 80 grados bajo cero para el permafrost y los cuatro grados positivos para aquellos materiales que solo necesitan refrigeración. Con el Hespérides y el Ángeles Alvariño atracados en el Arsenal, en torno al mediodía de este sábado se produjo el traspaso de las cajas en una operación en la que se usó nieve carbónica con la que mantener en todo momento la cadena de frío. Nada más completarla, el Ángeles Alvariño zarpó rumbo a Cádiz, donde tiene previsto llegar a finales de este mes. Una vez allí, las muestras serán recogidas por los investigadores que las obtuvieron para continuar con su trabajo.
El Hespérides continuará mientras tanto en aguas cercanas a Canarias. La tripulación del buque se suma el martes una campaña del Instituto Geográfico de la Marina para conocer con precisión el perfil de los fondos marinos ubicados en la zona económica exclusiva de España en torno a las aguas canarias para la que usarán magnetómetros, salinómetros y un sondador multihaz que permite realizar mapas tridimensionales con todo detalle. Dentro de un mes, en torno al 26 de junio, regresarán a su base de la localidad murciana de Cartagena para un merecido descanso tras siete meses fuera de casa mientras el buque es sometido a una varada en dique seco. El próximo otoño, cuando sea primavera en el hemisferio austral, zarpará una vez más rumbo a uno de los confines más recónditos del planeta.
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. El buque de Investigación Oceanográfica Hespérides entrega las muestra científicas traidas de la Antártida al buque oceanográfico Ángeles Alvariño, en la Base Naval de Las Palmas. Fotógrafo: ANDRES CRUZ | 26/05/2018 | Fotógrafo: Andrés Cruz
La Provincia, Las Palmas
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