jueves, 16 de enero de 2025

CONGRESO FUTURO EN PUNTA ARENAS


 


Me imagino que más de alguno estará siguiendo Congreso Futuro que se está desarrollándose desde el lunes 13 y finaliza este sábado 18. La pregunta central es ¿Qué humanidad queremos ser?
Lo que hemos podido observar ha estado muy interesante y por suerte, aquello que no hemos podido escuchar, lo haremos más adelante ya que están las grabaciones.
Les recuerdo que Congreso Futuro es el encuentro de divulgación científica más importante de Latinoamérica. Su objetivo es acercar la ciencia y el pensamiento crítico a toda la ciudadanía, fomentando el diálogo colectivo como base para construir un futuro más esperanzador. Hay charlas, experiencias inmersivas y debates sobre el conocimiento y su impacto en la sociedad.

Bajo la premisa “¿Qué humanidad queremos ser?”, Congreso Futuro busca explorar el impacto del conocimiento en el desarrollo de la sociedad. El evento incluye la Cumbre de la Filosofía, que reunirá a diez de los pensadores más influyentes del mundo, abriendo un espacio para debatir conceptos fundamentales como la pobreza y las nociones tradicionales de la vejez.


Entre los expositores destacados se encuentran Serge Haroche, Premio Nobel de Física 2012; la psicóloga Cathy Hirsch-Pasek; y el filósofo japonés Yasuo Deguchi.


Aquí en Punta Arenas también se ha realizado el pasado lunes y para aquellos que no estuvieron presente les comparto la trasmisión que realizó la UMAG TV


Para mañana, en la jornada matinal, a partir de las 10.00 horas:

Bloque 27: Tiempo reservado, valor agregado

La meditación es parte importante de religiones ancestrales, terapias y nuevas formas de vida. Desde la neurociencia se intenta comprender los cambios que esta técnica produce en el cerebro, y como este “mindfulness” puede tener efectos biológicos medibles

Más allá del mindfulness: Cómo la sabiduría ancestral puede ayudarnos con los desafíos futuros


Hacer nada como fuente de bienestar

HISTORIA DE MAGALLANES: En un día como hoy, pero del año 1932, se fundaba la Sociedad de Socorros Mutuos "Loreto" de Punta Arenas


Lamentablemente no pude encontrar más información sobre esta sociedad, que al parecer fue creada por un grupo de inmigrantes gallegos que se asentaron en Punta Arenas. Este recuerdo es una oportunidad para entregar algunos antecedentes sobre el mutualismo en Magallanes.

En el caso de Magallanes, Mateo Martinic indica que la expansión económica durante el período 1820-1920, tuvo como correlato “una sociedad multirracial que en pleno proceso de formación valorizó motivaciones espirituales y exhibió una fecunda creadora y vital en campos ajenos del todo a la economía, tanto o más rica que la manifestada en ésta”. Los actores de la movilización y creatividad sociales fueron, en su mayoría, “gentes comunes, pertenecientes a los estratos medio y popular”. En ese contexto, una de las expresiones más tempranas de la fecundidad social de ese período estuvo dada por el “surgimiento y el gran desarrollo del mutualismo”. Lo explica como “la respuesta apropiada, fruto del elevado sentido de solidaridad de la especie humana”, a las contradicciones del industrialismo, “que dejó a tantos grupos sociales marginados del dominio de la riqueza en situación de inseguridad, respecto de necesidades apremiantes de salud, invalidez, familiares, etc.”. Desde la perspectiva de este autor, durante estas décadas, el mutualismo en Magallanes se caracterizó por cuatro aspectos esenciales: 1) Destaca que el sentimiento mutualista fue aportado por los inmigrantes europeos, lo que se ejemplifica muy claramente en Magallanes. Entre 1893 y 1920 se crearon 24 sociedades de socorros mutuos, de las cuales por lo menos 13 fueron fundadas por y para extranjeros: portugueses, españoles, italianos, austriacos, franceses, británicos, alemanes, croatas, suizos. Sin considerar, que las otras sociedades fundadas, también estuvieron abiertas o pudieron estar abiertas a los inmigrantes. 2) Considerando que la primera mutual se creó en 1893, es evidente su arribo tardío -respecto de otras regiones del país- aunque luego el mutualismo va a experimentar un gran crecimiento. 3) Se evidencia la escasa presencia del mutualismo femenino, en contraste con otros espacios o centros urbanos -teniendo a Punta Arenas como referente-. De hecho, la primera y única sociedad femenina de la que da cuenta se fundó en 1919. No obstante, las mujeres tuvieron mayor presencia en otras asociaciones, como la Cruz Roja. 4) Martinic también analiza el surgimiento de sociedades y gremios obreros, poniendo especial atención en las mancomunales como la Unión Obrera (1897) o la Federación Obrera de Magallanes (1911). Distingue como parte de la vida “intensa, multiplicada y fecunda” del movimiento obrerista, la formación de gremios organizados y cooperativas de consumo. Finalmente, el análisis de Martinic destaca por lo panorámico, aunque concluye que “las asociaciones mutuales tuvieron durante el período histórico que se reseña una vida activísima, que inclusive trascendió los fines propios para los que habían sido creadas, cubriendo además aspectos de carácter educativo, cultural y cívico. En este último campo fueron así órganos auténticos y democráticos de expresión y representatividad popular. De igual manera, en lo general, fueron factores importantes y de hecho esenciales de formación social, que cumplieron un papel destacado en la evolución espiritual de la comunidad”. En ese sentido, resalta particularmente al Comité de Sociedades Mutuales, “inspirado en un sentimiento federal y creado en 1912 para contribuir al desenvolvimiento de la sociabilidad intermutual y, en especial, para fundar y sostener una casa de salud y asilo para uso de los miembros de las instituciones confederadas”. Finalmente, Martinic señala que independientemente de la institución de la seguridad social por las leyes 4.054 y 4.055 de 1924, el mutualismo se mantuvo vigoroso durante la década de 1920, existiendo activas en 1928, 13 mutuales que agrupaban aproximadamente a 3.000 asociados.

En una investigación reciente, Alberto Harambour destaca que a diferencia de las mutuales que se constituyeron en Santiago y Valparaíso desde la década de 1850, en Magallanes no se organizaron por oficios y que, aunque tardías, llegaron a contarse entre las más importantes instituciones de trabajadores del siglo XIX. Este historiador subraya que la participación en estas instituciones “no se restringía a asalariados, e incluso algunas fueron controladas bajo criterios estrictamente nacionalistas”, en las que predominaron los sectores altos y medios, siendo su propósito común “la creación de un fondo común para la asistencia médica y apoyo económico ante el desempleo, los accidentes, las enfermedades y la muerte. Una de sus garantías era contar con personalidad jurídica, aprobada por el Ejecutivo”. A igual como se constata en un estudio sobre el Departamento de Limache, en la región de Valparaíso, Harambour subraya que los mercaderes-estancieros, institucionalizaban mecanismos clientelares con estas organizaciones, “a través de sus nombramientos como presidentes honorarios”.

Fuente: Historiografía del mutualismo chileno, 1853-1990: análisis crítico y nuevas perspectivas
 Fernando Venegas Espinoza
Académico de la Universidad de Concepción

 Sergio Grez Toso
Académico de la Universidad de Chile



lunes, 6 de enero de 2025

EFEMÉRIDES MAGALLANICAS: Un 5 de enero de 1988 se produjo el naufragio del buque librería Logos en el canal Beagle



Para conocer algo más de lo ocurrido les comparto lo escrito por Miguel Vásquez Muñoz en la revista de Marina:

La presente historia se remonta al 4 de enero de 1988, fecha muy especial en la vida de cuatro Capitanes de Corbeta que llegamos ese día a Puerto Williams, a cumplir una de las más hermosas mis iones que la Marina le entrega a sus Oficiales, asumir el mando de un buque ... bueno, en realidad los buques que nos esperaban no eran muy grandes, más bien eran lanchas, pero ¡qué hermosas y poderosas se veían amarradas en el muelle, pintadas de negro, guerreras, relucientes! Efectuados los saludos de rigor en el Distrito Naval Beagle, zarpamos esa misma tarde, hacia el Este, junto a los Comandantes que nos entregarían el mando, a reconocimiento de la zona.

Fue un día de nuevas sensaciones, desplazarse en la mar, en zona de canales, a altas velocidades, no es algo a lo que uno esté acostumbrado. Prontamente quedó atrás el paso Mackinlay, que, en vez de las cuatro tradicionales caídas, cuidadosamente trazadas, y que en más de una oportunidad me correspondió navegar como Oficial de Guardia a bordo de una fragata o destructor, a 12 nudos, esta vez fue navegado casi en línea recta, viendo pasar muy cerca la costa, los huiros, los bajos, las rocas ... todo demasiado cerca y rápido. Tomamos algunos atracaderos y fondeaderos del área, nos detuvimos frente al islote Snipe para reconocer su desembarcadero, los peligros que lo circundan tales como el islote Solitario y algunos bajos.

Llegada la noche, nos dirigimos a Puerto Toro, frente a la isla Picton, para atracarnos en su muelle y descansar algunas horas antes de reiniciar, al día siguiente, la navegación que contemplaba continuar hacia el Este, pasar por las islas Nueva y Lenox, y rodear por el Sur a la isla Navarino. Después de cenar y habiendo terminado la conversación relativa a las experiencias vividas, vino el momento del sueño agradable y reparador, plagado de nuevas imágenes marineras.

Pero, duró poco. En la madrugada del 5 de enero, se recibió en la radio, un llamado de auxilio de un buque en peligro, el Logos, y cuya posición estaba muy cerca de nosotros, a sólo 8 millas.

¡Diana de emergencia, arranca motores y larga! fueron una sola actividad, dirigiéndonos del deber.

¿Qué había pasado? El Logos había zarpado a las 19:30 del 4 de enero desde Ushuaia, con rumbo Este (atrasado en tres horas con respecto a su programa), llevando a bordo al Práctico argentino que lo conduciría por las aguas del canal Beagle hasta su boca occidental. Para continuar la narración y conocer qué sucedió a bordo de ese buque, me apoyaré en algunos fragmentos del relato que hace de la situación la escritora Elaine Rhoton, quien se encontraba a bordo el día de la emergencia.

A las 23:30, el capitán del buque (que en ese momento se encontraba durmiendo en su camarote) recibe un llamado telefónico: -¿Puede venir enseguida al Puente?- le preguntó el Segundo Oficial que estaba de guardia.

El Capitán Stewart no tuvo que mirar afuera para saber que el tiempo había empeorado. El barco se inclinaba a babor. Notó que el viento era muy fuerte. Debido a la estrechez del canal, no había agua suficiente para que el viento pudiera levantar grandes olas; pero eso no significaba que no había viento.

Todavía luchando por sacudirse del profundo sueño y mantenerse alerta, el Capitán llegó al Puente. Allí se le dio la novedad de que el Práctico quería desembarcarse. La lancha de prácticos, pesada y difícil de maniobrar, seguía al Lagos. El patrón de la lancha no quería arriesgar su embarcación, bajo las peligrosas condiciones de tiempo. Él había presionado al Práctico para salir lo más pronto posible y mientras estuvieran en aguas tranquilas.

-Pero no hemos salido del canal, todavía-, objetó el Capitán del Logos. -No hay ningún peligro en lo que falta del canal-, le aseguró el Práctico, y enseguida le señaló en la carta la ruta entre los únicos dos obstáculos que quedaban antes de llegar a mar abierto: los islotes Snipe y Solitario.

-¿Lo dejo ir o no?-, se preguntaba el Capitán. Después de todo hay un solo pasaje que atravesar. El Práctico conoce estas aguas, si él dice que no hay peligro ... -Está bien-, consintió el Capitán, aunque sin deseos, -si Ud. está seguro de que no hay peligro en navegar por ese pasaje, entonces puede irse-.

El Práctico, muy impaciente por marcharse, le volvió a asegurar que todo iría bien. El desembarco no fue fácil, tres fueron los intentos de dejar la escalera, concluyendo con un salto a la lancha, la que se alejó rápidamente hacia Ushuaia.

El desembarco les había tomado de ocho a diez minutos. Durante ese lapso, el Logos había aminorado su velocidad y había sido arrastrado muy cerca de la punta oeste del islote Snipe. Ya más tranquilo al saber que el Práctico estaba en su lancha, el Capitán Stewart dio la orden de alejarse del islote y dirigirse al canalizo recomendado.

Mientras el barco giraba lentamente a babor, el Capitán se dio cuenta que se acercaba peligrosamente al islote Solitario (por estribor). Inmediatamente dio órdenes de alterar el curso para esquivarlo a tiempo. Lo que ocurrió después fue algo completamente inesperado para el Capitán.

Antes de irse, el Práctico le había dado instrucciones claras acerca de la ruta a seguir usando el radar. La posición de los islotes, incluyendo los bajos, estaban bien marcados en la carta; pero había otro obstáculo importante. El Capitán, no familiarizado con esas aguas, no sabía nada de ello. Las aguas que corrían del noroeste entraban en el estrecho creando una corriente muy fuerte. La corriente empujaba el barco con gran fuerza hacia las rocas que rodean el islote Solitario. Mientras el buque giraba para pasar entre los islotes, también salía de la protección de la costa y se encontró de pronto arrastrado por el impacto de un viento muy fuerte. Sin poder combatir esas dos fuerzas poderosas, el barco no pudo seguir el curso trazado.

- ¡Esto es extraño!-, exclamó el Capitán, -no estamos avanzando-. El barco se detuvo. La sensación de quietud era tan fuerte que el Capitán verificó las máquinas para ver si habían parado. No, ellas estaban moviéndose a ciento cinco RPM. El Capitán se dio cuenta de que estaban atrapados en medio de una corriente muy fuerte. En dos minutos, el barco había abatido más de 300 metros a estribor. Con una serie de sacudidas violentas, el barco chocó con los roqueríos que despide el islote Solitario.

 Al escuchar y sentir el choque, el Capitán ordenó parar las máquinas inmediatamente. Eran las 23:55 del 4 de enero de 1988".

¿Por qué el buque zarpó con tres horas de atraso? ¿Por qué el Práctico decidió dejar el islote Snipe por el Sur, de noche, por aguas chilenas? ¿Por qué éste se desembarcó adelantadamente, haciendo caso al patrón de la lancha de prácticos? ¿Por qué el Capitán del buque estaba durmiendo durante la navegación por pasos difíciles? Son interrogantes que no pretendo dilucidar en esta narración, sólo mencionar que como en todo accidente, siempre es la acumulación de errores y circunstancias negativas, lo que desencadena la tragedia ... y ésta no fue la excepción.

Lo que siguió a continuación, debió haber sido muy duro para la tripulación del buque. A la sorpresa inicial de haber varado, despertando súbitamente, siguió la incertidumbre de lo que realmente estaba pasando, ya que se desprende de la narración en el libro, de que siempre a bordo se tuvo la impresión de que los daños eran menores y que la situación no era grave, pero a medida que pasaban las horas y el agua comenzaba a inundar las cubiertas, empezó a producirse una peligrosa escora a babor en el buque, lo que llevó al Capitán a dar la orden que no quería pronunciar ... "Abandonar el Buque", a las 05:10 hrs.

Y ahí estaban las torpederas, listas a brindar su ayuda a un hermano del mar en apuros, a las que se había sumado el patrullero Fuentealba. Desde los buques observábamos el movimiento de personas que había en el Logos, no se apreciaba pánico, todo era en silencio y ordenado, se notaba que la dotación había recibido entrenamiento para situaciones de emergencia, los botes salvavidas del buque estaban siendo arriados, eran seis en total, algunos con problemas debido a la escora, pero en definitiva lograron su objetivo y embarcar a la totalidad de la tripulación. Dos de los botes tenían motor, por lo que tomando a remolque los otros botes a remo, los fueron llevando al costado de una torpedera y del patrullero. Aproximadamente a las 05:45 todos estaban embarcados, a salvo. Sólo hubo un pequeño inconveniente pero que, con criterio y frialdad que ameritaban las circunstancias fue superado con rapidez; un grupo de los misioneros, en uno de los botes, no deseaba subir a bordo de la torpedera; el motivo, que el buque era de guerra y mostraba cañones y torpedos. No recuerdo quien fue que los convenció de que Dios nos puso en su camino para auxiliarlos. Dada la extrema sensibilidad y estado de shock que estaba sufriendo esa gente, se decidió enfundar el armamento, ante lo cual el embarco se produjo sin mayor demora.

Allí quedó el buque, herido, abandonado, acostado sobre su babor, un triste espectáculo para los navegantes; poco a poco fue girando, hasta quedar con su proa hacia la costa chilena. Su rescate, es decir sacarlo de entre las rocas y ponerlo a flote, era prácticamente imposible, los costos de la operación no lo justificaban, por lo que sus dueños resolvieron dejarlo en el lugar y regalar a la Armada todo aquello que fuese rescatable. Aún permanece allí, ya no muestra su color blanco de antaño, el óxido se apoderó de su casco y estructuras, yace como mudo protagonista de un desastre que pudo haber sido de proporciones, pero esta vez Dios quiso que sólo el material fuese el afectado de muerte y no los seres humanos que lo tripulaban. 

87 personas, entre hombres, mujeres, niños, y unas pocas pertenencias, se embarcaron en la torpedera Fresia (la dotación de la lancha era 18). Tranquilamente, recibidos y adoctrinados por el Segundo Comandante del buque, un amable, correcto y profesional Sub teniente, fueron acomodándose en entrepuentes y pasillos, y entre cánticos y alabanzas de agradecimiento a Dios, pusimos rumbo a Puerto Williams a dejar nuestra preciada carga. Ahora, la navegación no fue tan rápida ni arriesgada como la del día anterior cuando iniciamos el reconocimiento de la zona, las condiciones de peso y estabilidad habían variado considerablemente, y se notaba. Inmediatamente desembarcados los rescatados, zarpamos nuevamente a continuar con nuestra tarea inicial, reconocimiento del área de operaciones.

En total, ciento treinta y nueve personas fueron evacuadas del Logos por los buques chilenos, entre las edades de seis semanas hasta cincuenta y nueve años. A pesar de todas las adversidades, ni una sola sufrió daño alguno; dejadas todas ellas en Puerto Williams, fueron atendidas con gran amabilidad y solicitud por su población, proporcionándoles ropa de abrigo, comida y alojamiento. En tres días la mayoría del personal del Logos fue llevado a Punta Arenas, donde iglesias de diferentes denominaciones respondieron a la crisis apoyándolos en su desgracia con hospitalidad y amor cristianos. Este fue mi nexo con el Logos y que llevó a un ex tripulante de ese buque (ahora embarcado en el Logos II), que supo de mi existencia, a enviarme un libro que me hizo revivir con más intensidad esa experiencia marinera, ya que me permitió conocer "la otra parte", la de aquellos que sufrieron el rigor y la fuerza de nuestra naturaleza en la zona austral, pero que sin embargo también conocieron la solidaridad y profesionalismo de los hombres de mar de la Armada de Chile, materializados en todos y cada uno de los Oficiales y Gente de Mar que estuvieron presentes en el rescate, todos actuando bajo un solo objetivo : "salvaguardar la vida en el mar" .







Nota 1:Lo escrito aparece publicado en la Revista de Marina el 01/10/2004. Fue escrito por Miguel Vásquez Muñoz, Capitán de Navío, Academia Politécnica Naval y Magister en Ciencias Navales y Marítimas (AGN).
Nota 2: El mapa aparece en la publicación indicada en la nota anterior
Nota 3. Las imágenes fueron tomadas de un noticiero 24 horas